Reflexiones desde un punto de vista personalista comunitario.

La vejez debería ser en la vida un lugar de tranquilidad. Después del largo y trabajoso camino, cuando las fuerzas flaquean, nadie debería vivir inquieto por falta de cuidado. Sin embargo, en cuarenta años de democracia, apenas hemos sido capaces de poner en pie un servicio público de cuidados paliativos y de residencias para tres de cada diez necesitados. Nos hemos gastado el dinero en otros menesteres más urgentes: trocear y enfrentar con nacionalismos, multiplicar la ineficacia y el gasto con descentralización mal entendida, engordar sin fin la burocracia del estado, favorecer el partidismo político, el sindicalismo subvencionado y el empresariado mantenido.

Queridos amigos y amigas, hermanas y hermanos:

Se nos ha echado encima el mes de septiembre, pero la crisis sigue azotando en todos los terrenos con cierta intensidad, en algunos aspectos más que en otros. Yo con este artículo también desearía irme despidiendo como quintacolumnista, pues tal me siento a tenor de la prácticamente nula repercusión de mi palabra en otras palabras, con alguna excepción que agradezco en el alma. Escribir y no ser respondido es algo normal para mucha gente y, aunque no constituya mi plato favorito, tampoco puedo ignorar que cada uno escribe o no escribe si quiere, cuando quiere, y a quien quiere.

Recensión del libro de Antonio Zugasti, Manual de izquierdas para los que vivimos bien, Ed. Sonora, 2020. Ver en Agapea.

«Bueno, los que pensamos en buscar una salida sin estallar el cerebro contra el muro tenemos un problema, y es que pensamos con el estómago bastante lleno. Recuerdo las asambleas que hace cuarenta años celebrábamos los trabajadores de Iberia afiliados al Partido Comunista. Allá por los finales de los setenta, con la transición recién estrenada y las ilusiones sin el chaparrón del desencanto. Y también con la sociedad de consumo asomando por nuestros escaparates, nuestros televisores y nuestras carreteras.

»Veíamos la democracia incipiente y las recobradas libertades como el primer paso hacia la gran transformación socialista de la sociedad. Después de discutir acaloradamente sobre la mejor forma de dar este paso que nos liberaría definitivamente a los trabajadores de la explotación capitalista, terminábamos cantando con todo entusiasmo la Internacional, incluido eso de arriba parias de la tierra, en pie famélica legión.

Hoy nos presenta la liturgia el tema del reinado de Dios, que es el centro en el mensaje de Jesús. ¿Qué pretensiones tiene Jesús con el anuncio del Reino de Dios? Presentar una religiosidad alternativa, una innovación absoluta ante la deriva en la que vivía gran parte del pueblo de Israel, y no lo hizo enseñando nuevos dogmas sino actuando, con su vida. En Él el Reino de Dios se manifiesta. Ya sabemos cómo actúa Dios en el mundo. Dios está allí donde Dios actúa, expresándose en un amor sin límites que pide de cada uno de nosotros que viva aquí y ahora en la bondad, en la tolerancia, en el respeto y en la ternura.

El amor de Dios no entiende de horarios, ni de honorarios (retribución). Se pusieron a protestar contra el amo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora y les has pagado lo mismo».

No puedo obligar a Dios a que actúe con mis criterios. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

El arrepentimiento (calidad de vida) es un movimiento que lleva al hombre hacia el abrazo. Nada hay más gozoso y consolador. Porque el dolor llega a ser insoportable y en esta experiencia el hombre acoge al Señor que se le lanza al cuello y todo lo que consideraba insoportable se hace pedazos, y en este dolor de generado, de recién nacido, las lágrimas se transforman en llanto de alegría y de fiesta (hijo Pródigo); es un anticipo de la felicidad plena que ansiamos.

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