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El mundo no se arregla señalando culpables, sino buscando soluciones – Francisco Cano

3. Cuaresma 2022 C Lc 13,1-9

¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Jesús llama a la conversión. Los galileos a los que asesinó Pilatos, fueron ejecutados en el momento en que practicaban el acto más importante de su religión; los desprestigiados galileos estaban ofreciendo un sacrificio religioso, y lo que hizo Jesús fue interpelar a cada uno de sus oyentes. Todos tenemos tendencia a buscar un culpable, y son muy pocos los que piensan en su propia responsabilidad. Sin embargo Todos somos responsables de los abusos que se comenten en el mundo.

Es muy cómodo buscar culpables y cargar sobre ellos la parte de responsabilidad que todos tenemos en que las cosas estén como están. Nuestras relaciones y, en un sentido más amplio, el mundo funcionaría mejor si todos fuéramos más íntegros, más responsables y más libres, habría menos sufrimiento y más respeto de todos hacia todos. Empecemos por nosotros mismos, y no seamos insensatos pensando que no hay prisa ni necesidad; el tiempo pasa y urge, ¿qué estoy haciendo yo? Menos hablar y más hacer.

Jesús tiene una pasión: despertar a la gente a la conversión, y con lo que se encuentra es con la esterilidad, con la indiferencia de quienes les escuchan, "higueras estériles”. Constata el fracaso de sus expectativas, pero no corta la higuera sino que espera, y la se sostiene con el amor, la confianza y la solicitud del cuidador.

¿Qué constatamos? Vida estéril, sin creatividad, un cristianismo sin seguimiento práctico a Jesús, y una Iglesia sin dedicación al Reino de Dios. Total: la vida estéril es el riesgo más grave que nos amenaza si lo único importantes es ganar más dinero, no complicarnos la vida, comprar cosas y saber divertirnos. Cuatro dioses “nuevos” se han presentado: culto al cuerpo, culto al consumo, culto a la diversión, culto al sexo. Este es el horizonte y proyecto de muchos. Esto lo hacemos para sentirnos bien: cultura de la intrascendencia donde valioso=útil, felicidad=bienestar.

Sabemos que no es fácil vivir así, sin creatividad ni compromiso. Vivir de una manera estéril es vivir no entrando en el proceso creador de Dios, no entender lo que es el misterio de la vida, porque negamos aquello que nos hace más semejantes al Creador. Jesús nos mostró el amor creativo y la entrega generosa, y por eso compara la vida estéril con una higuera que no da fruto.

Parece que Dios ha fracasado porque Jesús habla de un señor que busca inútilmente los frutos de una higuera que no le da higos. Con todo, no la corta y la cuida mejor, y sigue esperando que dé frutos. Pues bien, esta es la paciencia de Dios. ¿Llevamos veinte siglos esperando un cristianismo más vigoroso? ¡Demasiado tiempo! ¿No?

Lo más sencillo sería cerrar los ojos y no hacer nada, porque no merece la pena, sin embargo hay mucho que hacer. ¿Qué es lo que hay que hacer? Escuchar y responder a lo que el Espíritu de Jesús nos está diciendo en estos tiempos que estamos viviendo. No tenemos recetas de futuro, pero sí sabemos que el futuro está asegurado y que se está gestando en el presente. Menos impaciencia y nerviosismo estéril, buscando hacer algo como sea, de forma ligera y sin discernimiento. Lo que seamos hoy, eso estamos transmitiendo a los que nos sigan. Hemos llegado a un callejón sin salida, y ahí hemos de escuchar el grito de alerta de Jesús: “Si nos os convertís, todos pereceréis”.

La situación actual que vivimos no está diciendo que no nos salvamos si somos más poderosos, sino si somos más solidarios. No crecemos siendo cada más grandes, sino estando cada vez más cerca de los pequeños. Que la felicidad no está en tener cada vez más, sino en compartir.

Ante el conflicto presente de guerras e injusticias, donde continuamos gritando cada uno sus propias reivindicaciones y olvidando las necesidades de los demás y no luchamos por ser más cuerdos, si no aprendemos a vivir más en desacuerdo con el sistema utilitarista, hedonista e insolidario que hemos organizado. Y aquí y ahora el Evangelio tiene una palabra que decir, que es la hoy hemos escuchado: “y, si no os convertís todos pereceréis de la misma manera”.

Dejarnos sorprender por Dios. Dios se revela como YHWH, innombrable; pero como el Señor de la historia y de la humanidad. Es un Dios de libertad que quiere que el pueblo sea libre. Moisés asiste asombrado a esta irrupción de Dios y a un cambio radical de su vida, porque, cuando Dios entra en nuestra vida, la transforma. No basta con estar instalados, plantados y arraigados, hay que salir de nuestras fijaciones, seguridades y controles para atrevernos a caminar y avanzar en el plan de Dios de Jesús. No estamos para dar “madera o sombra”-para eso no está la higuera-, sino frutos. Así que sigamos regando, y si es un mal año, esperemos. Dios nos da tiempo para que crezcamos como personas, como creyentes, y nos da tiempo para que hagamos nuestro camino.

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