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La piraña en Navidad – Carlos Díaz

La economía del crecimiento infinito es un estanque lleno de pirañas, como muchos saben. La pregunta es: ¿podrán las pirañas aprender algún día a dejar de ser pirañas?, ¿quién las desempirañará?

A juzgar por la afición que tienen las susodichas pirañas a vivir como tales, no parece tan fácil. Ahí andan nadando a toda leche las pirañas rompiéndose la crisma para devorar lo que puedan hasta que llegue el día en que se devoren entre sí, o en que se queden sin suficiente oxígeno en el agua. La antigua lucha de clases se ha convertido en lucha de pirañas de primera clase. Todas las pirañas matan por llegar a la meta lo antes posible y todas llegarán lo más pronto posible, en efecto, pero no a la meta, sino a ninguna parte. La meta mata. Algo parecido al nadador plusmarquista que en pleno ejercicio de su tracción olvida el sentido de lo que está haciendo y sigue nadando con furor y furia a ver si llega a alguna parte. Pero también él a pesar del vigor de sus brazadas, llegará algún día a ninguna parte.

Cuando la piraña o el piraño llegan no llegarán a la sociedad sin clases o despirañada, sino al punto de partida, pues si te aclimatas en la victoria lograda también te aclimatarán. No le da a uno tiempo ni soquiera para apartarse a un lugarcito y devorar la carroña en paz. Por eso la piraña ya no se prepara para otra cosa que para matar.

Usted exagera, le dice la piraña grande a la piraña chica, mientras deglute sus raspas en un santiamén. La voracidad deglutiva es el santo amén de la piraña. Bendita piraña aquella que devora a otra más tonta. Lo importante no es vivir, sino tenerla más larga y entrenarse mucho. En realidad la piraña tiene priapismo, pues toda ella es un aparato genital que mide entre 15 y 25 centímetros de longitud, aunque se han encontrado ejemplares que superan los 34, y eso ni Príapo. Y a follar, a follar, que el mundo se va a acabar.

Lo interesante es que estos peces voraces y de rápida dentellada no solamente tienen hábitos carnívoros, sino que ocasionalmente o en sus etapas juveniles también son omnívoros, pero viven ​ en los ríos de aguas paradisiacas templado-cálidas de Sudamérica. Bichos tan malos en ecosistemas tan paradisiacos, el hombre en el planeta Tierra.

Como puede verse, todo son contradicciones en la piraña, palabra que proviene del idioma guaraní, donde pira significa pez y aña diablo, o sea, pez diablo. Otras versiones aseguran que la palabra piraña proviene del tupí, donde pira significa pez y anha hace referencia a los dientes, es decir, pez dentado. A ese pez diabólico en aguas paradisiacas yo le llamo capitalismo, que a su vez tiene muchas variedades con las que magullar: pez espada, pez martillo, y otras no pocas. Tengo muchos amigos que hablan guaraní, y yo cuando les veo les ruego que lo hablen ante mí, porque me parece el idioma mágico del arpa, alegre, solidario (usa el yo, prefiere sobre todo el nosotros inclusivo), y eso por no hablar de la alegría que igualmente me produce que los guaraníes no tengan Estado. El guaranía se aprende sin estudiar cuando se busca el amor, si se me permite la modesta hipérbole

Pero volvamos a nuestro asunto. Si yo creyera que la Natividad del Señor serviría al menos para establecer una especie de tregua sagrada incluso para las pirañas, desearía a la humanidad una feliz navidad. Sin embargo, a pesar de todo, tengo que confesar que en estas circunstancias no me imagino cómo sería la tregua de la piraña, un elefante en una cacharrería, así que no deseo a ninguna piraña una feliz navidad, ni siquiera con la mascarilla puesta.

Y a las gentes de buena voluntad, que se pongan a depurar de pirañas el río Amazonas para mejor amar amazónicamente.

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