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No volveremos a la normalidad – Mariano Álvarez Valenzuela

Querido lector: Hoy no voy a hablarle de filosofía, pero sí voy a hablarle de filosofía. ¿Que no me entiende? No se preocupe, a mí me suele pasar lo mismo con cierta frecuencia, y en especial hoy con lo que quiero contarle y de lo cual, muy presumiblemente, usted como buen oteador de la actualidad ya esté al tanto.

En realidad, lo que pretendo es captar su atención con el fin de dejarle preocupado y ocupado, rescatarle de su normalidad o anormalidad, que a buen seguro lo estará deseando. Pero permítame que lo que voy a contarle lo haga con un tono un poco sarcástico, pues el hecho al que me referiré es de pura ciencia ficción, pero a mi entender sintomático de una realidad con fondo social preocupante.   El análisis serio, como ya le he anunciado, lo dejo para usted, que a buen seguro lo hará mucho mejor que yo.

Hoy día, está de moda en el decir casi general que todos queremos volver a la normalidad, aunque yo personalmente dudo de que exista consenso en torno a lo que se entiende por normalidad. Pues bien, olvídese de este deseo. He de decirle rotunda y categóricamente que esto no sucederá en mi caso. 

El Hombre además de ser informe es infirme. Informe porque no tolera la norma, e infirme porque carece de suelo sobre el que sostenerse, nunca toca fondo, siempre desea más y ese deseo innato de más puede ser muy peligroso si lo orienta erróneamente. Aquí precisamente, en la orientación, en el rumbo, en el sentido con el que movilice su deseo, está el “quid” de la cuestión de lo que subyace en el relato que le voy a exponer. Recientemente Google, a través de uno de sus voceros en el foro de la Mit Technology Rewiew, la revista tecnológica más antigua del mundo y de mayor autoridad global en el futuro de la tecnología- según dicen ellos- se ha atrevido a decirnos a todo el mundo que “no volveremos a la normalidad”. El porqué de esta afirmación, reside en una supuesta singularidad tecnológica.

Permítame, querido lector, que antes de seguir adelante le aclare el significado de la palabra singularidad en la ciencia. El científico al utilizar su razón en su quehacer, en busca de los fundamentos que garanticen sin la más mínima duda la veracidad de sus tesis, es decir la causa primera, la piedra angular, suele llegar a un punto en el que pierde el hilo causal, que se desvanece, y sin más ni más se encuentra ante un vacío. Precisamente a este vacío le denomina singularidad, es decir, misterio. Singularidad cosmológica en el caso de las ciencias experimentales sobre la verdad del origen del cosmos, y por tanto de la vida, en el denominado muro de Planck, y como singularidad matemática, en el caso de la verdad matemática con el Teorema de Gödel. En el caso de la filosofía también llega a una singularidad, la suya propia, la de su existencia. Singularidad existencial, singularidad abierta y sin ningún teorema que unifique, como en las anteriores el sentir general.

El hombre de ciencia al exprimir su razón lógica, formal, fundamento de su saberse en Realidad, se topa con lo que su razón le dice: “Si quieres seguir, entra en el misterio”, y sigue diciéndole: “Si quieres que siga ayudándote, vuelve al origen en el que me encontraste. Recuerda que fue el asombro que experimentaste en todo tu ser, ante la vida y la muerte. Asombro que ejerció tal presión en tus entrañas, que hizo que emergiese en ti la Palabra, con la que me nombraste y me pusiste en Realidad, y a continuación me llamaste para que te ayudase a encontrar la razón de la Vida y el sentido de la Muerte. Yo soy un instrumento tuyo, no soy tu fundamento. Tú eres quien me marca el rumbo por donde quieres que transite. Siempre estaré a las órdenes de tu voluntad y de tus deseos y te estoy diciendo reiteradamente, que tengo un límite, que siempre será el mismo si no me cambias el rumbo. Consumiremos todo el tiempo que quieras, pero siempre te llevaré al mismo punto final. Decídete y dime si quieres que siga por el rumbo de tus deseos o que lo abandonemos y volvamos a tu deseo primigenio. Recuerda que la responsabilidad de a donde lleguemos, reside en ti y no en mí. Piénsalo.”   

Pues bien, ahora es el Hombre de la técnica el que se nos presenta con su singularidad tecnológica, pero resulta que este hombre nuevo, se resiste a los dictámenes de su razón y sigue viendo a la Vida y a la Muerte como problemáticas y, entonces, si su antecesor, el de la ciencia, le había dejado ante un vacío causal, éste se agarra al paraguas de sus deseos y da un salto a ese vacío causal. Este hombre nuevo, se dice a sí mismo: “Si la Vida y la Muerte, pero en especial la Muerte, porque la Vida ya la tengo- aquí le veo con una sonrisa socarrona diciéndose- Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita- me ocasionan inseguridad, pues rompo con el misterio” y ni corto ni perezoso se carga a la Muerte. Sí, mata a la muerte, muerto el perro, muerta la rabia y de paso la sarna.

A partir de aquí, el mensaje de Google entra en el terreno de la irracionalidad, respecto de la cual, si no fuese por el impacto mediático que produce, con sus graves consecuencias asociadas, como ya he mencionado al principio, no merecería la pena perder ni un segundo en refutarla. Impacto mediático que, moviliza ingentes recursos materiales, económicos, humanos, institucionales etc., para generar distopía, y todo ello en nombre del progreso en que todos de alguna forma colaboramos. ¿Usted, querido lector, no se ha percatado de ello? Entonces permítame que le diga cariñosamente que peca de ingenuidad. El ingenuo es esa buena persona que de forma acrítica cree todo lo que le dicen, y si se lo dicen por televisión, por internet, y por las redes sociales, entonces, apaga y vámonos.

El pudor intelectual impide que me atreva a explicitarle el contenido de dicho mensaje, por lo que he optado por adjuntarle al final de este texto un enlace -dos minutos de duración- en el que el citado vocero, resume y lanza su gran noticia a la entera Humanidad y por tanto también a usted querido lector. Este mensaje es psicodélico, pero no haría falta llegar a este punto, para calificarlo de la misma forma. Este punto es el límite de un error que subyace en el origen, en el rumbo, en el sentido al que apunta. Su horizonte es él mismo.  Si se decide a abrirlo, fíjese no solo en lo que dice, sino también cómo lo dice, en su lenguaje corporal, pues todo su ser se ilumina en su rostro y no dudo que también sucederá en los rostros de sus seguidores, que ya le aseguro serán mucho más que muchos. ¿Que usted no conoce a ninguno? Yo sí, por desgracia y no son pocos. Lo realmente preocupante de este anuncio de Google, no reside en el contenido ni reside en Google. Reside en el estado patológico de una sociedad que está infectada por el virus más mortal que pueda imaginarse. Es un auto-virus. El virus del yo. Virus no salido de ningún animal, ni de ningún laboratorio. Virus salido de las propias entrañas del ser humano y elaborado y distribuido por las estructuras sociales previamente creadas por dicho hombre y para dicho fin. Para sacarle de dudas, permítame que le anticipe el fundamento de dicha singularidad tecnológica, el arma homicida que es capaz de matar a la Muerte y sacarnos de todo misterio, aunque como verá, nos dejará en un problema eterno: se llama I.A., conectada a la nube. Sí, precisamente en la nube resolveremos el Misterio y no en el cielo como muchos creían. Bueno, estamos a un paso, dirán algunos.

Se me olvida un pequeño matiz: En toda ciencia y mucho más en la técnica, antes de pasar a las conclusiones finales y a su implementación, el investigador o el técnico, siempre procede a experimentar su nueva teoría con modelos matemáticos o con maquetas físicas. No tenga duda querido lector que, en este caso, precisamente usted es, “el sujeto experimental” de esta nueva teoría. Cuídese.

Otro pequeño matiz: Mucho me temo que tal experimentación en varias de sus fases previas, ya lleva bastante tiempo entre nosotros y sin que nos hayamos percatado. En caso contrario, nuestro amigo Google no estaría tan eufórico. Esperemos que la singularidad persona, singularidad existencial, fruto de ese asombro ante la Vida y la Muerte, acabe aportando sensatez ante tanto despilfarro y pérdida de tiempo.

Google quiere ser tercera mitad de tu cerebro… Por ahora (elarconte.com)

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