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SSQNBSM - Carlos Díaz

«Los libros sublimes de la filosofía se han escrito para algunos sabios; al género humano le hace falta una filosofía, semejante a la par que diferente; esta filosofía es la religión, y esta religión, tal y como es de desear y como se la necesita, es el Evangelio». La primera en la frente, ya salió el toro del redil, y pronto embiste: «Los derechos y los poderes de la religión no son sino los derechos y los poderes del sacerdocio que la representa». Y esto no es un texto del libro judío Levítico, sino del Boletín Eclesiástico de Vitoria retomado por el Boletín Oficial de la Diócesis de Oviedo y reproducido en catarata1. Aunque discrepe del todo, no seré yo quien niegue que el polisilogismo es perfecto, en cualquier caso: la filosofía no sirve; sólo sirve si sirve a la religión; y esta sólo sirve si está levíticamente administrada por su clero; luego sólo el clero sirve. Sean, pues, todas las universidades cenobios, y todos los cenobios universidades. Y biba la cristiandad, y biban los quintos de mi pueblo.

Pues bien, Don Paulino Souto, a la sazón Gobernador de la provincia de Asturias, se presenta engalanado en la catedral de Oviedo el 25 de julio de 1866 en el Acto solemne en honor a Santiago Apóstol, y perora como sigue: «Recibid, Apóstol Santo, la ofrenda que por mi mano os rinde llena de cristiana piedad mi Augusta Reina Doña Isabel II, de la católica estirpe de los Recaredos, Alfonsos y Fernandos, que felizmente rige los destinos de la Nación Española»2. A cuyo florilegio responde complacido y complaciente el Excmo Sr. Cardenal Arzobispo de Oviedo: «Siento un vivo placer al recibir la piadosa ofrenda que por el digno conducto de V.S. hace hoy S.M. la Reina Católica Isabel II al Glorioso Patrono de España». Qué bonito.

Ya estoy viendo a los ‘bonachones’ de siempre: «¡Hombre, no seas sectario, eso ocurrió hace más de siglo y medio!», algo que de entrada nunca debió de haber existido, y que con otro barniz late aún en los Recaredos de nuestros días, incluso en la figura de la actual Letizia Su Majestad la Reina de España, que no se pierde ni una abrazada por la espalda de su borbónico rey al Apóstol Santiago pese a su condición de atea y de republicana según pública confesión.

Y un servidor, para quien todos los días son días colendos en el anhelo por la verdad, afirma, aunque no tenga dónde caerse muerto, que, si esto no sigue siendo cesaropapismo, entonces mis cojones son dos claveles. Para mí, la detestación del error es la piedra de toque en la cual se reconoce el amor a la verdad. Quien no tiene horror a lo que es falso, en esa señal reconocerá que no ama la verdad. La inmensa mentira multiforme de todos dice a los hombres y a las mujeres que no hay que inquietarse por tan poco, porque al cabo es la misma mentira. La hostilidad de las razas y el odio de las clases no consigue inspirar la hostilidad a las poderosas mentiras.

En todo caso, discúlpeseme. Entre las muchas censuras que el ignorante que soy lanza sobre la sabia legislación de la Iglesia sin tomarse el trabajo de meditar la profunda sabiduría y eminente justicia que preside siempre las disposiciones de esta sociedad divina, está la protervia de un corazón autoindulgente como el mío cuyos juicios sólo proceden de la ligereza y la inestabilidad emocional y de la mala fe.

Firmado: SSQNBSM, Su seguro servidor que no besa su mano.

1 In Boletín oficial eclesiástico del Obispado de Oviedo. Año II, núm. 14. 18 de julio de 1866, p. 221.

2 Boletín oficial eclesiástico del Obispado de Oviedo. Año II, núm. 16. 10 de agosto de 1866, p. 253.