Reflexiones desde un punto de vista personalista comunitario.

Hoy hemos cenado en Tijuana con un empresario dos veces secuestrado, y vivo de milagro después de un largo proceso de rehabilitación, pues le destrozaron la columna vertebral golpe sobre golpe con un martillo. Da pena verlo caminar completamente trastabillado bamboleándose como un poliomielítico de cuarenta años. Por si esto fuera poco, al terminar de cenar, rogó le acompañáramos a modo de escoltas hasta su casa, donde pareció respirar tras haber cerrado la cancela de la misma. Dentro se oían los ladridos graves y agudos de los mastines custodios, a modo de sinfonía canina, todo estaba sembrado de cámaras, sistemas de alarma y cuanto pueda ser imaginado, incluyendo lo inimaginable, pese a todo lo cual nuestro amigo Omar vive muerto de miedo, o casi muerto para ser más exactos, porque lleva a los secuestradores dentro de su cuerpo y de su mente golpeados. Su última defensa es el alcohol, al menos así cree neutralizar un mal con otro, sin fuerza de voluntad propia, porque el miedo es más fuerte que la voluntad que lo combate, si se trata de un miedo insuperable. Su casa es su refugio y su castillo, pero al mismo tiempo un reclusorio asediado. No hay dos sin tres, y para Omar no hay dos secuestros sin tres.

3 Pascua 2022 C Jn 21,1-19

Se puede volver a empezar. Comencemos de nuevo desde la conversión que nace del encuentro con la misericordia entrañable: Dios se hace mendigo de tu amor. La pregunta es cómo se puede comenzar de nuevo después de haber caído tan bajo como Pedro. Pedro tiene un derrumbe con las negaciones, pero ahora se encuentra abrazado por Jesús, y de nuevo Pedro recupera la misión.

Progreso versus evolución.
Una visión personal, y personalista comunitaria.

Las situaciones de crisis generalizadas y profundas en las que el hombre siente perder su seguridad existencial, le predisponen a meditar sobre la historia que le ha llevado a tal situación, y a hacerse la pregunta de si realmente ha progresado o no, a pesar de haberse vanagloriado continuamente en los avances científicos y tecnológicos sobre los que asentaba su seguridad futura y que como en la situación actual acaban constituyendo su mayor amenaza existencial. ¿Era ésta la meta, el fin buscado en ese progreso? ¿Qué ha fallado?

¿Por qué me dueles? Porque tu dolor despierta y activa el mío y pasas a ser importante para mí: por eso sufro tu sufrir. Me dueles por el querer con el que quiero quererte. Tú me dueles porque me dañas, porque te dañas, por lo que te hago, por lo que no te hago, por lo que otros te hacen, por lo que tú no sabes hacer, ni siquiera sé por qué me dueles. Mi dolor por ti deviene con/dolencia, aunque no se deba exigir reciprocidad al respecto (nadie tiene “derecho” a que le quieran). La manera más profunda de comprenderte es sufrir por ti, de ahí que cada ser humano se parezca tanto a su dolor.

Cada vez hay más hijos que manifiesta abiertamente, incluso a sus propios progenitores, que a ellos no les quieren lo más mínimo, pero que están deseando recibir su herencia. De hecho, la cantidad de padres defraudados por esos hijos a los cuales ya está comenzando a desheredar va en aumento en cantidades muy considerables. Han criado cuervos que les han sacado los ojos, y con las cuencas vacías entonan hoy desoladoras canciones de ciego.

Sobrecoge el gran respeto que le tenían los mejores teólogos (Kässeman, Hans Küng…). Él mismo uno de los teólogos más grandes (en cuanto que es la teología del Hijo de Dios) y a la vez de los más pequeños por su propia voluntad de nada mística y su fidelidad al Señor.

Marcelino ha sido el gran regalo de mi vida porque la desgarró hace sesenta años mi vida al pie de la cruz. Quien ha conocido a Marcelino no ha conocido a nadie como a él.

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