Albert Llorca Arimany

• Colección Sinergia. Serie verde, nº 52, 2015
• ISBN: 978-84-15809-26-5
• Páginas: 172

Václav Havel fue un intelectual y dramaturgo que actuó en política por la emergencia requerida en su época y en su país. Sus intereses no fueron nunca políticos, sino cívicos y democráticos, dado el alcance humanista de sus convicciones. Havel se sintió siempre fiel a la actitud de Tomás Masaryk, el político-filósofo fundador de Checoslovaquia, de quien hizo suyo un sencillo pronunciamiento: "hay que actuar a pequeña escala en bien del país, dado que todo buen trabajo representa una crítica indirecta a la mala política". Havel fue capaz de atravesar el doloroso desierto de la represión y sobrevivir -otros se quedaron a medio camino, corno su amigo Jan Patocka-, en un cierto paralelismo con Nelson Mandela, liberado, por azares del destino, pocos meses después del acceso de Havel a la presidencia de la República de Checoslovaquia.

¿Quién fue, pues, Václav Havel? Sin duda un personaje poco convencional, poco hecho al estilo común de afrontar el marco social y vital que la época y los hombres que mandaban en su país desempeñaban. En su actitud y en su sentido de lo que le correspondía hacer, discrepó de muchos compatriotas. Nunca criminalizó a quienes optaron por soluciones distintas a la suya; aunque tampoco abdicó del daimon al estilo socrático que sintió siempre en su interior y que le obligaba a señalar y cuestionar aquellas decisiones y motivaciones de conciudadanos que, con su pasividad, permitían, a su juicio, la permanencia del totalitarismo y de la barbarie a expensas, o como contrapartida, de una vida supuestamente tranquila o más acomodada. Posteriormente, ya presidente de la República, repudió a los que buscaban en la política un modo de vida, poder o privilegios. Éste fue el marco de su ruta biográfica.