Marcelino Legido y la peripecia de su fe eclesial

Persona, nº 60

José Joaquín Tapia
12,00 €
Descripción

José Joaquín Tapia

  • Colección Persona, nº 60, 2017
  • ISBN: 978-84-15809-45-6
  • Páginas: 113

Marcelino Legido López nació en San Esteban de Zapardiel (Ávila), en 1935. Murió en Salamanca el 23 de julio de 2016. Aún no tenemos perspectiva suficiente para saber decir lo que ha sido su peripecia eclesial. Podemos asegurar, ya que con él ha muerto un hombre de nuestro tiempo, que alcanzó una conciencia personal, tan insobornablemente libre como madurada. Se ha entregado, gastado y sembrado, en el surco de la historia de esta tierra e Iglesia en Castilla, en España, y aún en el mundo entero. Amó como pocos a Jesús de Nazaret, su único Señor. Cuanto estudió, cuanto enseñó, cuanto trabajó y cuanto sirvió a la Iglesia de los pobres lo hizo sólo a causa del apasionante Evangelio, "que es Jesucristo mismo". Porque sólo quiso saber a Jesucristo, y a éste, Crucificado.

«La vida y la muerte de Marcelino Legido nos deberían hacer pensar, de entrada, al menos, si no hay también hoy una Iglesia soterrada, subterránea y no fácilmente por todos notada. Una Iglesia en la Castilla callada de siempre. Una Iglesia quizás de los más pobres y marginados, e Iglesia de los místicos, que igualmente nos interroga a todos acerca de qué y por dónde van amaneciendo hoy los brotes nuevos de la misma fe eclesial de siempre. Ahora, tras los cincuenta años ya celebrados del Concilio Vaticano II y ante el enormemente veloz y desconcertante tránsito histórico que estamos padeciendo. Con demasiados desequilibrios inestables, desequilibrios económicos, sociales, políticos y religiosos, el pueblo castellano y sus gentes seguimos hoy deambulando sin demasiados horizontes claros. Parece cerrada, clausurada y trascendida en España la segunda mitad del siglo XX, fruto de una guerra 'incivil'. Pero a veces da la impresión de que parece también cerrada y clausurada una época concreta eclesial, fruto del primer postconcilio Vaticano II, y donde la fe, más personalizada a la par que comunitaria, parecía llevar consigo un mayor atrevimiento y gozo pascual que pretendía sustentarse igualmente en el mismo concilio de hoy. Estamos en la desembocadura de los actuales pasos sociales de la posmodemidad, pero aparentemente cayendo en la, cuando menos, más banal vivencia creyente de la cmz histórica, que sella progresivamente el silencio de nuestra Iglesia en Castilla, a medida en que nos vamos adentrando en el siglo XXI. Testigo y signo siempre esperanzado de ese trance, todo esto puede significarse en la figura eclesial de Marcelino Legido. Claro está: en la 'esperanzada' espera del Reino de Dios, que viene desde Él, desde el Señor Jesús, hasta nosotros. Plasta la Castilla de hoy, la España de hoy, y el universal mundo entero contemporáneo».