Impresiones y memorias de un setentón recluido

Persona, nº 70

Manuel Pecellín
15,00 €
Descripción

Manuel Pecellín

  • Colección Persona, nº 70, 2020
  • ISBN: 978-84-15809-64-7
  • Páginas: 165

Resulta fácil sonreír con el Woody Allen de "me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida". Pero el futuro es muy oscuro (A. Molina) y no sólo para los trabajadores del carbón, fósiles ya del antaño poderoso movimiento obrero, sino para cualquiera, más aún si se halla en edad de riesgo, otro eufemismo. Así que, según difundía la grey epicúrea, más importa el presente, aunque cada granito de arena inconsútil se nos escapa en ese devenir irrefrenable de un reloj escasamente cargado. Por eso, el antojo de fijarlo en la escritura. Y para que ésta no destruya la memoria (Platón), la vuelta atrás hacia situaciones vividas con mayor intensidad, mecanismo de recuperación puesto en marcha por las experiencias actuales más simples (la magdalena de Proust, el café de Jacques Prévert o la manzana de Ortega y Gasset).

Por eso me propuse ir componiendo la relación de los días recluidos a casusa del C19, dedicados a la lectura, la charla online con las amistades, el trote por los pasillos, la atención a ollas y sartenes y el cuidado del huerto que planté en la azotea. Resumo obras, anoto cifras de la peste, indico elementales recetas culinarias y señalo desazones, miedos y cabreos que me produce la gestión de la pandemia.

Pero muchas de las vivencias experimentadas durante esta clausura ominosa actuaron en mí como detonadores que hicieron aflorar otras, más o menos sumergidas desde mi infancia y juventud en sinapsis y dendritas enemigas del olvido. También las anoto.

Va componiéndose así un texto dual, diario de esos dos meses recluidos y salpicaduras del pasado, memoria autobiográfica (parcial, cómo no).

Poco antes de morir, Wittgenstein rogaba a la hospitalaria señora Bevan dijese a los amigos que su vida había sido maravillosa. Sin pretender comparación alguna con el genio vienés, creo transmitir en estas páginas que la mía, tan simple, ha estado plena de obsequios: he recibido mucho más de cuanto he dado, muy por encima de lo que el cálculo de probabilidades, vistas mis circunstancias, hubiese permitido suponer. Este libro es la última gran donación. Ojalá se me conceda tiempo para ir equilibrando el balance.