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Proyectos y “El Proyecto” - Francisco Cano

31. T. O. Todos los Santos Mt 5, 1-12

¿Por qué digo “El Proyecto”? Porque es válido para todos los seres humanos. Si alguno tiene otro mejor, que lo presente. ¿Estoy afirmando la pretensión absoluta del cristianismo de presentarse como la única religión verdadera? Pues no, porque si se lee el texto con profundidad lo primero que llama la atención es que Jesús no presenta un proyecto de religiosidad. Aquí no existen prácticas religiosas, sino un proyecto de conducta ética. Proyecto sí, pero ideología no. ¿Esto reduce el evangelio a una ética de compromiso sin ninguna relación con la transcendencia? No. Sencillamente, Jesús presenta el proyecto de su vida que el Padre Dios quiere para toda la humanidad. “A los agnósticos, este fundamento podrá parecerles suficiente para otorgar una firme y estable validez universal a los principios éticos básicos y no negociables, que puedan impedir nuevas catástrofes. Para los creyentes, esa naturaleza humana, fuente de los principios éticos, ha sido creada por Dios, quien, en definitiva, otorga un fundamento sólido a esos principios” (PP. Francisco, Fratelli Tutti nº 214).

Este “Proyecto”, pues, es válido para todos los hombres que quieren responder a los graves y urgentes problemas de la humanidad, y en este sentido sí es cierto que las Bienaventuranzas presentan un proyecto de comportamiento, de conducta ética: pobreza, justicia, relaciones humanas, limpieza de corazón, violencia y la paz, injusticias…, que todos de una manera u otra tendremos que afrontar.

Pero no es sólo esto, también presenta un proyecto de felicidad. ¿También aquí tenemos la pretensión de afirmar que tenemos la clave de la felicidad? Todos buscan la felicidad y la mayoría desiste porque como la felicidad no es posible, “cada uno hace de su capa un sayo”. Ser felices es un deseo y también un cumplimiento que se hace real en Jesús, es decir, al modo de Dios, pasando por el jueves, viernes y sábado santo para llegar a la resurrección, sin la cual no hay posibilidad de felicidad: esta felicidad pasa por la Pascua.

Felices los pobres…, esto parece que es más difícil de asumir, pero no es asumir, es experimentar. Sabemos que la felicidad depende de nuestro ser interior y de la manera como afrontamos la vida. Lo que es evidente es que quien vive y practica las bienaventuranzas es feliz y hace felices a los demás, al modo de Dios. Y aquí es donde podemos afirmar que la fe en el Dios de Jesucristo y la religiosidad bien integrada en nuestra propia humanidad es fuente incesante, no sólo de rectitud y vida honesta, sino de dicha, de la paz que buscamos.

Sí, todo ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia, y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia. En los tiempos que nos toca vivir, y siempre, ha sido necesario un proyecto ético claro y firme, porque este mundo global anda desquiciado, sufriendo las crisis que sabemos, y la causa fundamental está en la carencia de ética.

Tenemos junto a Dios a muchos hermanos y hermanas nuestros, santos y santas, también ahora y aquí tenemos junto a nosotros santos y santas que nos muestran a Dios con su vida. A estos también los necesitamos. Junto a nosotros tenemos el testimonio de santidad de quienes viven con amor y ofrecen un testimonio cristiano, hombres y mujeres sencillos que hacen de su vida un testimonio de entrega desinteresada. Sí, porque entre nosotros existen hombres y mujeres que son felices porque no excluyen a nadie y miran todos los días de frente a los pobres y les muestran cercanía y solidaridad; sí, porque ofrecen acogida a los excluidos; sí, en este tiempo de pandemia hay muchos que silenciosamente miran con bondad a los mayores, los respetan, los cuidan, haciendo de la bondad su signo de vida; sí, porque entre nosotros hay hombres y mujeres que se fijan en lo bueno que hay en cada uno, y ven también en ellos la presencia de Dios; sí, porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible; sí, porque reconocemos al otro el hecho de ser distinto y de ser diferente; sí, porque hay entre nosotros quien cultiva la amabilidad, que son luz en la oscuridad; sí, porque amar al más insignificante como a un hermano no lo consideran perder el tiempo, porque no hay nadie más importante que él; sí, porque ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de la propia vida; sí, porque al integrar su cultura en la nuestra, nos enriquecemos, valoramos al otro en su singularidad y no lo anulamos; sí, porque tener la experiencia de llevar al otro en el corazón y de que él nos lleve en el suyo es fuente de felicidad. Esta es, y quiere ser, la Comunidad Asís y la Asociación A.S.I.S. Sólo la bondad es diga de fe. Esta es la fuerza que cambia el mundo.

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