Artículos

Estas son las gentes que van al paraíso - Carlos Díaz

“Esas son las gentes que van al paraíso; con ellos no tengo nada que hacer. Es al infierno adonde quiero ir, porque es allí donde van los clérigos hermosos, los guapos caballeros muertos en los torneos y en las guerras de ganancia, los hombres de armas valerosos y los nobles. Allí van también las hermosas damas corteses hasta el punto de tener dos o tres amantes además de su marido; van allí también el oro y la plata, las pieles suntuosas; y también los músicos que tocan el arpa, los juglares, los reyes de este mundo: es con ellos con quienes quiero estar, a condición de que tenga conmigo a Nicolette, mi dulcísima amiga” Aucassin et Nicolette.

Pues pasen y vean a las gentes que van al paraíso. Vlad Draculea: arrancó su gobierno invitando a todos sus rivales a un banquete, allí los apuñaló y empaló. Su lema era “llevar la estabilidad y el orden a Valaquia a través de métodos extremadamente crueles”. Iván el terrible: cuando murió su primera esposa transformó el que hasta ese momento era un reinado justo en un reinado del terror. Eliminó a las principales familias de terratenientes, golpeó a su hija embarazada y mató a su hijo en un ataque de rabia. La reina María (Bloody Mary): luego de instalar el catolicismo como religión oficial de Inglaterra, quemó a cientos de protestantes en la hoguera y así es como se ganó su apodo. Maximilien Robespierre: fue uno de los protagonistas de la Revolución francesa, se transformó en uno de los actores dominantes del “reinado del terror”. Sostenía que ese terror emanaba de la virtud, pero también fue corrompido por el poder y lo terminaron gillotinando. Adolf Hitler: su concepto de la “raza superior” llevó a la eliminación de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales, opositores políticos, y a cualesquiera otros que pasaban por allí, a quienes envió a campos de concentración, donde eran torturados y asesinados.  Sus víctimas fueron cerca de 11 millones de personas. Calígula: era muy querido por su pueblo, hasta que enfermó y cambió completamente. Eliminó rivales, obligó a sus padres a ver la ejecución, se declaró un dios viviente, tuvo relaciones sexuales con sus hermanas, vendió sus servicios a otros hombres, violó y mató gente, nombró sacerdote a su caballo. Atila el huno: mató a su hermano y se convirtió en rey del imperio huno (en la actual Hungría) asaltando el Imperio Romano. Amplió el imperio hasta la actual Alemania, Rusia, Ucrania, los Balcanes. “Allí donde he pasado la hierba nunca vuelve a crecer”, decía de sí mismo. Genghis Khan: luego de que su padre muriera envenenado, cuando tenía nueve años él se unió a la tribu de los mongoles, y con ellos conquistó gran parte de Asia Central y China. Se caracterizaba por la brutalidad y fue responsable de numerosos asesinatos en masa. Por ejemplo, masacró a los aristócratas del Imperio Khwarezm, donde diezmó a la clase dominante y usó a trabajadores no calificados como escudos humanos. Tomás de Torquemada: fue uno de los inquisidores más crueles, animó a los reyes católicos a que los judíos tuvieran la posibilidad de elegir entre el exilio o el bautismo, fue responsable de que al menos dos mil personas murieran quemadas en la hoguera. Qin Shi Huang: unió a China y fue el primer emperador de su dinastía, se lo conocía por mandar a matar a académicos con los cuales no estaba de acuerdo y por quemar libros críticos. Construyó un muro y un mausoleo con 6 mil figuras de tamaño natural, la mitad de los trabajadores que estuvieron en esta obra murieron durante la obra y la otra mitad fue asesinada para preservar el secreto. Cuando capturaba  a un enemigo lo castraba y convertía en esclavo. Y esto por no hablar de Stalin, que hacen cola para entrar a bailar al antro infernal.

Aunque tampoco cantan malas rancheras entre los buenos de toda la vida, no se crean. Poco antes de que explotase el escándalo del padre Maciel, fundador de de los sectarios ultraconservadores Legionarios de Cristo, más conocidos en México como Millonarios de Cristo, fui invitado a impartir una conferencia en una de sus universidades. Comimos juntos, y aproveché para preguntar al tal Masiel a cambio de qué los enriquecidos les entregan tan fabulosos donativos, y asimismo en qué lugar del Nuevo Testamento justificaban esa estrategia suya, tan opuesta a la de Jesús. Respuesta: “Hay que ser realista y, puesto que los empobrecidos no dan porque no tienen, hay que tener mucho dinero para propagar la Palabra, así que la única estrategia posible es la nuestra”. ¿Como el célebre bandido Juan Candelas, que robaba a los ricos para entregárselo a los pobres? No, claro que no; estos Legionarios -y su nombre es legión, porque son muchos- reciben el dinero de algunos muy ricos -ladrones de los muy pobres, con todas la bendiciones legales del Estado- para su participación en lavaderos del dinero. Comentario de algunos: “Tate, tate, ¿también nuestro amigo Carlos Díaz cae sin darse cuenta en el maniqueísmo de los ricos malos y los buenos pobres?, ¿no incurre así en la sectarización del mensaje de Jesús?”. Aún así añado: ¿son los ricos que donan peores que la burguesía de la Hermandad del Puño Cerrado y de la Caridad Bien Entendida?

Pero entonces, de quién fiarse, dónde encontrar fundamentos sólidos en los que sentirse sostenidos y acogidos? El mundo se sostiene sobre el lomo de un elefante inconmensurable, el cual a su vez sobre el caparazón de una gigantesca tortuga. - ¿Y dónde se apoya la tortuga? - Sobre una inmensa araña que le sirve de soporte. -¿Y la araña? - Sobre una roca ciclópea. -¿Y la roca ciclópea? -Te aseguro que la roca ciclópea llega hasta abajo”. ¿Usted se imagina paralizando provisionalmente sus propios mecanismos respiratorios para mejor saber cómo respira y por dónde van y vienen los soplos y resoplidos de turno? Mas ¿cuánto tiempo se imagina usted en tal sostenido? Hágame caso: el resuello viene por el cogote, ya está, o por los espíritus animales si así le place, vale, pero mientras tanto respire, por favor, no olvide decir siempre setenta veces siete. Sí, hace mal tiempo, pero mejor mal tiempo que ningún tiempo.

Nadie puede impedir que el pájaro oscuro de la tristeza vuele sobre su propia cabeza, lo que sí puede y debe impedir es que anide en su propia cabellera. Desde luego hay ciertas risitas flojas que a uno le cargan, y ciertos ridentes de los que cabría decir que son peores que los malos, pues si bien éstos descansan alguna vez, aquellos nunca. Así que no confundamos al alegre con el que pasa la vida entre alelamientos místicos y manipuladores embelecos yendo por la vida jajajajijí, incapaz de dolerse o de condolerse en su debido momento, pues el alegre no es tan tonto como para no saber estar triste o descontento, melancólico o aburrido (allegro ma non troppo), aunque en cualquier situación vaya más allá de lo que razonablemente cabría esperar, descubriendo horizontes de posibilidad y por ende argumentos para la festividad.

Share on Myspace