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Una virtud fácil – Carlos Díaz

¿Estoy realizando el sentido que me pide la vida, o me estoy engañando? Reconocer que mi conciencia falible se equivoque exige humildad. Hay cuatro actitudes básicas: a) Pasividad incorrecta: sumisión a la enfermedad o situación (dejarse llevar por ella). Una forma mitigada es la actitud fatalista (“no se puede hacer nada”). b) Actividad incorrecta: intentar cambiar el “destino” (buscar algo imposible). c) Actividad correcta: aceptar el destino y encararlo dignamente. d) Pasividad correcta: aprender a ignorar el destino en lugar de luchar en vano con él.

La actitud psíquicamente sana acoge las falencias propias y ajenas y lucha por transformarlas en poder espiritual afectivo, el cual: a. Es dinámico, pasa de estar dormido a estar activo y rugiente a apagarse. b. Se manifiesta a través del deseo de reconocimiento, la anorexia desiderativa empobrece. c. El “empoderamiento” suele ceder a la tentación de usurpar el espacio vital del otro. d. No hay futuro afectivo para el “empoderamiento” (palabra horrible), sin endebilitamiento compasivo y activo, que nace del poder del amor. e. El poder espiritual afectivo es polivalente. Unos buscan dominar como perros de arriba, otros como perros de abajo, pero habrá sitio para todos a condición de que no cedan siempre los mismos. f. El poder de una afectividad sana debe de ser personal, y sinárquico a la vez. Del sistema de contrapesos resulta la ganancia de todos (win-win relationship), sin eliminar las diferencias que adornan a cada ser humano. g. Orientar nuestro activismo afectivo hacia mayores cuotas de presencia sin cultivar la espiritualidad interior genera una afectividad estéril. h. Incluso los impotentes afectivos, pueden gozar del cuidado de las almas afectivamente bellas, aunque también padecer la crueldad de los corazones duros y la indiferencia de los esteticistas desmayados. h. El perdón y la compasión prosperan solidariamente. i. A la vista de la falta de compasión con muchos (abortados, muertos por hambre, etc), ojalá existiera un Dios compasivo.

A no pocos padres les cuesta sobreponerse a la culpabilidad de haber pasado poco tiempo con sus hijos, pero a muy pocos les preocupa no haber movido un dedo por los hijos de los demás. El mundo social es un espacio desierto explorado por muy pocos astronautas. Nos gustaría un mundo amable, pero nada saludable se da cuando está amenazado por la desesperanza. El sentido de pertenencia a un mismo género humano se ha cuarteado al renunciar a los macrorrelatos de humanidad en favor de los microrrelatos particulares: no necesitamos principios ideales firmes ni guías para configurar nuestras vidas, no existe ningún significado universal ni un gran diseño en el mundo, ni ninguna guía para vivir que no sean las de los individuos.

Una pareja de lesbianas decidió tener un hijo, preferiblemente sordo. Las dos integrantes de la pareja, eran sordas y estaban orgullosas de serlo. Al igual que otros miembros de la comunidad Orgullo sordo, consideraban la sordera como una identidad cultural, no como una discapacidad: “Ser sorda es un estilo de vida. Nos sentimos completas siendo sordas y queremos compartir con nuestros hijos lo que tiene de maravilloso nuestra comunidad de sordos: el sentimiento de pertenencia y conexión. Realmente sentimos que vivimos vidas ricas como personas sordas”. Con la esperanza de concebir un hijo sordo buscaron a un donante de esperma con cinco generaciones de sordos en su familia. Y tuvieron éxito. Gauvin nació sordo, sin que hasta el presente nadie haya cuestionado este hecho llevado a cabo bajo la bandera de la libertad. Ejemplo dos: en periódicos estudiantiles de universidades de la Ivy League una pareja infértil buscaba a una donante de óvulo. Debía tener los estándares físicos perfectos, complexión atlética, carecer de problemas médicos en la familia, inteligencia superior, etc. Su precio fue de 50.000 dólares. Ejemplo tres: una mujer de Texas llamada lloraba la muerte de su gato Nicky: ‘Era muy guapo, tenía una inteligencia excepcional, se sabía once mandamientos’. Meses más tarde, tras el pago de 40.000 dólares, recibió un gato genéticamente idéntico al anterior: ‘No he podido ver una sola diferencia’, declaró la señora. Por si el precio parece elevado, va acompañado de una garantía de reembolso: ‘Si su cachorro no se parece lo suficiente al donante genético, le devolveremos su dinero íntegramente y sin hacer preguntas’.

En la corte del príncipe indio vivía un filósofo que le enseñaba que todo era mera apariencia. Un día, el príncipe, exasperado con estas ideas, le azuzó al elefante más salvaje de su parque zoológico, y el filósofo emprendió la huida. Entonces el maharajá mandó decapitar al sabio por no tomar en serio su propia filosofía y haberle engañado. “Tú dijiste –argumentó el maharajá– que todo era apariencia, ¿también mi elefante lo era?”. El filósofo dio una respuesta contundente que le salvó la vida: “Perdone, maharajá, pero también mi huida fue mera apariencia”. Miente quien nos dice la verdad y quien nos dice la verdad miente. Y mientras tanto el elefante destrozando el jardín.

Vivimos en un mundo donde lo sociopolítico es una virtud fácil. Las empresas de marketing municipal se dedican a vender a los gobiernos locales los derechos del nombre de su ciudad. En 2003, el alcalde de Nueva York contrató al primer director general de marketing de la administración municipal, uno de cuyos primeros acuerdos fue un contrato de 166 millones de dólares con la empresa Snapple para que su producto estrella fuese la bebida oficial de la ciudad de Nueva York. Cada vez resulta más difícil separar la actividad gubernamental de la comercial, con lo que el poder político vendido a los ricos debilita cada vez más los poderes sociales. Si se considera correcto que un gobierno local o estatal ofrezca beneficios fiscales a una empresa para que esta instale allí su planta de producción de automóviles, ¿por qué no iba a pujar por una franquicia con el derecho a contaminar y a aumentar los gradientes de nuestro sufrimiento?

Fear knocked at the door; faith answered, and no one was there, el miedo llamó a la puerta; la fe respondió, pero fuera no había nadie. Incertidumbre, angustia y miedo propician pánico, de suyo contagioso. Difícil va a resultar la mejora afectiva del mundo sin conciencia transitiva-crítica que denuncie la existencia de déficits sanitarios en los países, condiciones laborales precarias, carencia de agua canalizada, situaciones de guerra o hambre, etc, y que hay causas estructurales nacionales e internacionales implicadas en la potenciación de esa situación.

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