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Sonámbulos - Antonio Calvo Orcal

Hasta ahora, desde que se levantó el encierro, me parecía sentir la tristeza instalada en los rostros y en las calles. Desde hoy, día en el que el divino Pedro de todas las Españas, ha vuelto a tirar de la cadena y ha vuelto a caer sobre nuestros avellanados caletres otro chorreo de su estupenda, insensata e insoportable mierda de colores, desde hoy, ya no estoy seguro si es tristeza o sonambulismo.

Si es cierto que en las democracias el poder lo ejerce el pueblo, no me cabe la menor duda de que el español está dormido. Sí, sales a la calle y encuentras gente paseando, yendo de un lado a otro, como si supieran adónde van. Sí, es cierto. Pero, cada día que pasa, que, sin duda, y cada instante con más probabilidad, puede ser el último de esta vida mortal, dudo más de que estén despiertos.

Quizás España sea un país de sonámbulos. Personas que andan dormidas haciendo cosas que hacen las que están despiertas y de las que luego no se acuerdan. Quizás relacionarse, hablar y hacer en este país tan raro lo están haciendo sonámbulos. Poco me importaría si este fuera el caso, sería como volver a la inconsciencia, no haber salido todavía de la selva. Pero, claro, la cosa es que hay razones, buenas razones, para creer que no se trata de eso, porque con algunos despiertos me he encontrado. No muchos, pero, haberlos haylos.

Y lo que me cuentan es que con tanta gente soñando, los espabilados, los que han repartido la dormidina pero no se la han tomado, prosperan como nunca. Ya sabemos que son personas desorientadas humanamente, que por las circunstancias que han vivido y como las han vivido han llegado a ver la vida como la ven. De acuerdo. Concedo que no soy quién para juzgarles malas personas, aunque su obras así lo muestren. Vale. Pero, de lo que no cabe tener dudas es de que dejándoles realizar su desvarío se retrocede irremediablemente en el proceso de humanización.

La prueba del algodón de una humanidad bien orientada debe mostrar avance en el bien, en la belleza, en la verdad y en la comunión entre todos los hombres. Si, por el contrario, lo que se muestra es que la palabra se ha convertido en propaganda, que se promueve el enfrentamiento entre hermanos y se construyen bandos permanentemente, que nos quieren dependientes e infantiles, soñando, sin enterarnos, en cualquier caso, sometidos e impotentes, no es posible confiar en quien se dedica a esa vil tarea.

Lo que me inquieta sobremanera es que las buenas soluciones que se me ocurren pasan todas por tomar conciencia del problema y actuar en consecuencia. Y, no veo posible llegar a esa lucidez de pensamiento y acción sin una información suficiente y verdadera y una educación en el amor y en la ciencia. Mientras despertar y aupar a un hombre cabal es un trabajo lúcido y apasionado al menos durante los primeros veintitantos años de la vida, que luego debe mantenerse hasta el final, destruirlo lo puede realizar cualquier psicópata en quien se delega un poder que, naturalmente, cree que es suyo.

Acaban de decretar que estamos en Estado de Alarma –quieren que perdure hasta la primavera– y que es bueno para la salud de todos que nadie pueda salir tranquilamente a dar un paseo nocturno hasta que la naturaleza despierte floreciendo. No se han dado cuenta aún de que el sonambulismo en España se practica sobre todo a plena luz.

Quousque tándem abutere Pedro patientia nostra? Me temo que va para largo. Ni sabemos latín, ni despertamos.

Samper de Calanda, a 25 de octubre del 2020

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