COVID19: Lo que podemos aprender en la fiesta de este 1º de mayo - Israel Durán Riobó

Cuando comenzó el coronavirus en Wuhan, China, todos pensábamos: «que no llegue aquí». Al final llegó.

Llevamos 47 días confinados, más de una cuarentena, todo por el bien sanitario social, por no contraer ni contagiar a otros el Covid-19.

Algunos, aparte de confinados, hemos estado confitando. Pocas veces antes se había ejercitado la repostería casera con tanto denuedo, con la ilusión de colaborar todos los de la casa en su elaboración, olvidada por ser muy laboriosa y tener que dedicarle un tiempo que no poseíamos. El tiempo se nos iba de las manos, inmersos en una vorágine social de tener siempre que hacer cosas que creíamos tenían preferencia; y ahora, en estos días, nos damos cuenta de que el tiempo que es imprescindible aprovechar es el que dedicamos a las personas, no a las necesidades que nos imponemos, que, como estamos comprobando, muchas veces son superfluas.

Ha sido necesario que apareciese el Covid-19 para que muchos, entre los que me puedo contar, veamos con nuevos ojos el trabajo: deseable, apetecible, unificador social (debido a las relaciones que se producen entre compañeros, personas del gremio y demandantes de nuestros servicios).

Pero lo que nadie quiere es un trabajo esclavizante. De ahí la fiesta del 1º de mayo, tantas veces celebrada. Volver a trabajar es la ilusión con la que muchas personas nos acostamos, deseando que al día siguiente aparezca la palabra mágica en las noticias: se ha hallado la vacuna, el antídoto para el Covid-19.

En estos días hemos sentido cómo el espíritu de colaboración se quería y requería por parte de todos. El cómo los sanitarios devuelven a su vez los aplausos a los ciudadanos y, en medio de tantas complicaciones, siguen ahí, al pie del cañón, arriesgando sus vidas. Otros las perdieron. Sería para mí imposible mencionar a todos los sectores que están siendo imprescindibles en estos momentos de la pandemia: sanitarios, dependientes de supermercados, administrativos en teletrabajo, transportistas… y más gremios a los que estamos agradecidos.

Estar confinado está suponiendo un gran esfuerzo para todos. No es un plato de buen gusto, pero es necesario también en un día como el 1º de mayo. Día en el cual todos los trabajadores celebramos y declaramos la dignidad de nuestros trabajos propios; del trabajo, del día a día en el que, por esta vez, nadie saldrá a trabajar, y prácticamente todos podrán descansar.