COVID19: Los míos y los otros - Antonio Calvo Orcal

Una de las actitudes más incomprendidas y peor toleradas es la de quien, habiendo experimentado la necesidad de la verdad, ha optado por ella con todas sus consecuencias. Esta opción supone no poner nada, ni nadie, por encima de ella, de manera que esa predilección no vele lo que jamás debe ser velado. Si ésa es tu opción habrás de estar dispuesto al rechazo sutil o manifiesto de los diferentes grupos que se forman en torno a sus verdades locales. Has decidido ser un hombre. Vas a quedarte solo.

Cada día encuentro más urgente y necesario caminar personalmente hacia la utopía y el testimonio y convivir serenamente, sin juzgarlos como buenos o malos, a quienes están en otro lugar del camino. Cada día encuentro más necesario y urgente educar en la utopía, a la que sólo se puede ir encarnando mediante imperfecciones. Y, si esto es así, las imperfecciones de nuestro caminar son ya la utopía que se anhela.

En la búsqueda de soluciones la simpleza consiste en creer que la utopía se puede y se debe exigir sin respetar las búsquedas personales. Nada ha matado más, con la mejor de las intenciones, como el error del comunismo y el del individualismo. El punto de encuentro, alejado de la simpleza, posiblemente, consiste en comprender que el hombre necesita ser él mismo y sentirse reconocido en su creatividad única, al mismo tiempo que él debe comprender que nada de lo que es y alcanza, lo consigue sólo por su esfuerzo, y no tiene sentido que sea su único beneficiario. Una educación humana sólo puede serlo si educa para vivir de buena gana en el servicio al más débil de los hombres.

Una de las simplezas que se ven desde esta soledad es la separación entre derechas e izquierdas, y la simpleza llega a ser insoportable cuando quien se adhiere a un bando se cree mejor que el otro. Ni uno, ni otro, ha comprendido ¿qué es el hombre? Y está perdiendo la ocasión de descubrirlo. En la debilidad es cuando el amor muestra su fuerza. ¿Por qué no aprovechamos el amor para comprender lo que nos pasa? Quizás así comprendiéramos que la compasión, la colaboración y la sencillez pueden ser nuestras armas más salutíferas para la penosa batalla de ser hombre.

Todavía nos queda un tiempo de aislamiento obligado, ojalá seamos capaces de aprovecharlo para vivir cada cual su soledad y podamos, así, apartar nuestras simplezas. Quizás así lleguemos a preguntarnos ¿Qué puedo hacer yo para que la vida la pueda vivir cualquier ser humano como un regalo y se comprenda como un ser agradecido?

Zaragoza, a 29 de marzo del 2020