COVID19: Tiempos de zozobra y prueba - Francisco Javier Gil

Mi nombre es Francisco Javier. Vivo en Badajoz. Coincidiendo con este momento de tanta dificultad e inquietud como consecuencia de la pandemia de coronavirus descontrolada, a comienzos de la semana pasada recibí la llamada de la Bolsa de Auxiliar Administrativo del Servicio Extremeño de Salud (formada por los que somos personal interino) en la que me preguntaban por mi disponibilidad, en estas circunstancias, para trabajar en un primer momento en la secretaría de laboratorio del Hospital Perpetuo Socorro de Badajoz. Contesté que lo estaba. He de manifestar que estaba contento con el trabajo (no, sin embargo, como en ocasiones anteriores) y a la vez preocupado, al vivir con mis padres y un hermano, y la responsabilidad que eso conlleva, ya que si me contagiara podría transmitirlo a ellos. Intento extremar las preocupaciones.

Estos días son extraños para mi familia, amigos, vecinos y para mí. Parecen sacados de una película de ciencia ficción aunque son la pura realidad.

Aunque remiso al principio, me he sumado con mi familia al aplauso diario a los sanitarios. Son momentos de emoción y confraternización (deseo no caer en la exageración).

Últimamente me enfadaba por cualquier minucia; ahora intento no caer en eso y tender a la serenidad, aunque como humano y creyente he de reconocer mi gran debilidad. Deseo con fuerza que prevalezca en mi interior el amor y la donación frente al egoísmo y la mezquindad; aunque no sé si lo consigo.

Ojalá podamos superar esta situación cuando  antes y podamos salir más humanizados y fraternos.

Parece que al mundo rico solo nos despierta del letargo la llegada de la proximidad de la muerte a nuestra confortable rutina.

Me despido con un abrazo agradecido.