Actividad

XX Aulas de Verano del Instituto Emmanuel Mounier: “la libertad, don y conquista”

Logo aulas 2010Un año más, y son ya veinte años consecutivos, del 22 al 25 de julio, ha tenido lugar en la ciudad de Burgos la celebración de las Aulas de Verano del Instituto E. Mounier. Para muchos de los participantes son ya dos décadas de fidelidad a esta cita veraniega que es el tiempo privilegiado de encuentro para los miembros activos del Instituto, para otros era el primer contacto con él, y para todos una ocasión de cálida convivencia humana y de reflexión sobre un tema trascendental, cuyo desarrollo, según la opinión unánime ha sido de una calidad excelente, gracias a la altura y claridad de las exposiciones de los conferenciantes invitados.

El tema propuesto, “La libertad, don y conquista”, estaba motivado por inquietudes que responden a dos claves: por un lado, la libertad es una piedra angular de la comprensión del ser humano que posee la antropología de carácter personalista, por otro, la necesidad de defender la libertad en unos tiempos en los que, a pesar de lo mucho que se predica la libertad, reina una gran confusión con grave peligro para la verdadera libertad, de la que sacan gran provecho los poderes establecidos.

Las exposiciones siguieron dos hilos conductores: el primero respondiendo a las grandes preguntas sobre la libertad, su posibilidad, sus límites, sus condiciones, su valor constitutivo para la persona, su significado moral y, por tanto, su relación con el bien y el mal; el segundo, de carácter crítico y propositivo, incidió en las condiciones actuales de ejercicio de la libertad en el medio social, cultural y político español. En los límites de una breve reseña no cabe reflejar la riqueza de los contenidos, pero aunque sea con trazos impresionistas se puede intentar reflejar algo de ese brillo.

La apertura estuvo a cargo de Ramón Horcajada,1, que disertó sobre “Creencias y vivencias actuales en torno a la libertad”, cuestionando la posibilidad de un hombre verdaderamente libre en una sociedad intolerante con el dolor, incapaz de insertarse en una comunidad y que cambia seguridad por libertad. Por el contrario su propuesta es recuperar la fuerza de la relación, el amor a una pobreza que aligera el alma y la vinculación de la libertad con la esperanza. Reclamó, para ello, la necesidad de maestros, y es que, añadamos, una sociedad sin maestros es una sociedad “a-maestrada”.

La magistral ponencia de Rogelio Rovira, puso la nota filosófica de profundidad que sería exigible a todo aquel que pretenda filosofar de verdad, la de tener el valor de enfrentarse a realidades que tocan los misterios irresolubles en los que la humanidad se ve envuelta desde que tiene conciencia de la razón. El profesor Rovira no dudó en enfrentarse con el alcance de la libertad, situada entre el libre albedrío y la cuestión de la teodicea. Desde el planteamiento de Epicuro, el mal es un testimonio contra Dios, que resulta acusado de impotente o malvado, o de ambas cosas, o bien se toma pie en este argumento para decretar su inexistencia como su única justificación. La aporía mal – libertad no debe minimizarse, hay que tomarla en serio y batirse con ella, incluso si no puede solucionarse, como hizo R. Rovira analizando a fondo las diversas formas del argumento del libre albedrío.

Si la negación de la libertad por un determinismo teológico es una tentación, hoy es mucho más fuerte aquella otra que proviene de interpretaciones abusivas de las ciencias de la naturaleza. A ella dedicó su conferencia Ildefonso Murillo, Catedrático de la U. P. Salamanca2, que analizó el determinismo científico técnico originado en la ciencia física del siglo XVII, que, además, de influir en la biología y la neurología, sirvió de modelo para algunas escuelas de las ciencias humanas, marcando especialmente a la psicología (Freud, Skinner), sociología (Comte, Durkheim) y la antropología (Lévi-Strauss), precisamente cuando el determinismo ha sido superado en la ciencia que lo introdujo, la física. No se trata de negar las fuertes condiciones impuestas a la libertad por las leyes físicas, biológicas, psicológicas, etc., hay que conocerlas y contar con ellas para desarrollar la libertad, pero la recusación de la libertad no es un corolario deducible de las ciencias, sino una opción de la ideología cientificista derivada de ellas, la cual abusivamente niega la libertad, pero invierte la carga de la prueba exigiendo explicaciones a sus partidarios, como estratagema para ocultar su incapacidad de probar sus afirmaciones.

Luis María Salazar, Dr. en Teología, con una tesis sobre la antropología teológica de Juan Luis Ruiz de la Peña3, ofreció en su conferencia una profunda y clarificadora reflexión sobre “Libertad y persona”, en la que, con hábil maestría, fue desenmarañando todos los hilos con los que se hilvanan entre sí ambas ideas. A las notas que indican qué y quién es la persona, le siguieron las sutiles pero importantes distinciones que hay que hacer para entender qué es la libertad y cuál es su significado en la realización de la persona, desde su elección de sí mismo a la respuesta a la realidad, a los otros, a Dios, desde el margen mínimo de libertad interior en medio de un máximo de coacciones a la conquista de las libertades exteriores contando con los determinismos que las recortan, desde la “libertad de” que procura contener las coacciones a la “libertad para” que desarrolla la creatividad y hace entrega de la vida.

Françesc Torralba, Catedrático de la U. Ramon Llull, brindó una sugerente conferencia que tituló “Las jaulas invisibles y proceso de liberación”, en la que a partir de la metáfora de un cuadro de René Margritte, expuso un proceso dinámico de liberación de la persona de las “jaulas invisibles”. Las jaulas visibles serían las de la economía, de la política, la técnica, y otras de carácter estructural, que requieren reformas que superan el ámbito de lo personal. Pero, además, existen jaulas que encierran a la persona, de las que es preciso salir para vivir en libertad, para lo cual insistió en la importancia de un primer paso de ensimismamiento o interiorización que permita el cultivo del “yo” espiritual capaz de “librarse a los otros”, actitud que sería la verdad de una libertad orientada en la que se realiza la persona como tal.

El benemérito pensador catalán Josep Mª Coll culminó la primera de las líneas de reflexión con su conferencia “La libertad como don. Filosofía y teología de la libertad”, en la que expuso su reflexión original desde el personalismo dialógico y desde el pensamiento de Ferdinand Ulrich, filósofo cuyas obras son aún desconocidas en el ámbito de lengua española. La idea fundamental es que una metafísica y una antropología de la libertad ha de tener presente el carácter imprescindible de la relación interpersonal, pues un “yo” y “un tú” sólo se constituyen el uno por el otro y, de la misma forma necesitamos al “tú” para ganar en libertad. Resulta así que la libertad es un don obtenido a través de un tú, un don que, a su vez, nos libera para el amor, por lo que se puede concluir que la libertad sólo se da en el amor4.

Pasando al segundo hilo conductor, Agustín Domingo Moratalla, profesor de la U. de Valencia, en su conferencia sobre “Libertad de la persona y coacción social” desarrolló en forma de diez tesis la relación entre libertad individual y coacción social, subrayando, por encima de todo, que no debe entenderse en términos de conflicto, puesto que la convivencia de libertades no es un juego de suma cero, por el contrario, puede ser un juego de suma positiva en el que se gana libertad no contra los determinismos sociales, sino contando con ellos. La concepción de la libertad inspirada en E. Mounier se completó con las tesis finales basadas en la visión de Paul Ricoeur, que introduce el análisis de la libertad vivida en instituciones justas y que propone una política “liberal” en el mejor sentido de esta palabra: como limitación del poder y como protección del orden público, entendido éste como promoción de las libertades.

Teófilo González Vila, ex-Director General de la Inspección de Educación, en su conferencia sobre “Libertad y pluralismo” defendió la necesidad del pluralismo como la actitud o doctrina que defiende la pluralidad, siendo ésta un hecho innegable que es preciso reconocer, y que reclama un respeto que es una exigencia moral. Del mismo modo, la multiculturalidad es un hecho al cual se dan respuestas inadecuadas como: el multiculturalismo, cuyos supuestos son la incomunicabilidad de las culturas, el relativismo (todas ellas son igualmente válidas), y su aislamiento y consiguiente etnización de la sociedad; o, por el contrario, la asimilación, opción de tipo laicista que exige que cada cual se guarde las diferencias en la esfera privada, mientras la esfera pública sería dominada por la negación de todas ellas. Frente a estas posiciones, defendió como fórmula más positiva el mestizaje y el encuentro que permite la convergencia de las personas al reconocerse sus aspiraciones profundas.

Fernando López Luengos, en su conferencia sobre “Libertad y democracia” expuso su experiencia como objetor de conciencia a las directrices del Estado en el ámbito educativo a partir de la implantación de la asignatura de educación para la ciudadanía, que, según su denuncia es parte de un proyecto ideológico más amplio, cuyo despliegue conduce a un adoctrinamiento en materias en las que la conciencia tiene mucho que decir y el Estado muy poco. La mezcla de ideología de genero, mentalidad anti-vida, consumismo... ha sido apadrinada por el gobierno actual y tiende a imponerse a los jóvenes sin respeto a los derechos de los padres a educar a sus hijos.

Al P. Luis Capilla, incansable perseguidor de la utopía, le tocó cerrar el Aula con su conferencia “La libertad termina en profecía”, con la que puso a los participantes ante el compromiso de encarnar en la realidad los ideales que tan brillantemente relucieron en todos los discursos. Con sus palabras bajó la utopía a la tierra, convocando al compromiso personal y colectivo, poniendo de relieve valores como el sacrificio personal y la formación de grupos comunitarios para la promoción de una sociedad más justa y libre. En este sentido, hay que destacar la participación de Patxi Loidi, misionero que tuvo la amabilidad de exponer, en un espacio no programado, su actividad y la del grupo al que pertenece, que vienen desarrollando desde hace veinte años entre las poblaciones más pobres de El Salvador y de Perú.

En resumen, se pude concluir que las Aulas de Verano, en este vigésimo año, han alcanzado una calidad excelente y difícil de superar. Sin embargo, además del buen recuerdo de los participantes deja también una tarea de conquista de la libertad que, en tiempos de discursos políticamente correctos, propagandas extenuantes e inquisiciones sutiles y, a veces, menos sutiles, se convierte en una dura exigencia que obliga a mantener una palabra clara, que a veces será un grito, y una acción continuada a favor de todo lo que dignifica al ser humano y en contra de todo aquello lo que lo humilla y lo esclaviza.

1 R. Horcajada es autor del libro El hombre ante el abismo. Muerte, sentido y esperanza en el personalismo. F. E. Mounier, Madrid, 2010.

2 Es autor del libro Ciencia, persona y fe cristiana. F. E. Mounier, Madrid, 2009.

3 Luis María Salazar. Personas por amor. F. E. Mounier, Madrid, 2009.

4 Es recomendable su libro La relación interpersonal. F. E. Mounier, Madrid, 2010.